TODO TIENE SU MOMENTO

El tiempo es uno de los tesoros más valiosos que poseemos. Con él podemos realizar lo que complace a Dios y así vivir días fructíferos, o podemos descuidar su voluntad y malgastar los instantes que se nos otorgan en nuestra existencia. Considera esto: si es el momento de esforzarse y nos distraemos con asuntos secundarios, estamos aplazando y mostrando pereza. Sin embargo, si es hora de reposar o compartir con otros y solo nos enfocamos en las tareas, estamos errando, dándole un valor excesivo al trabajo y relegando a la familia y al descanso.

La Escritura nos enseña en este versículo que cada cosa tiene su periodo definido. Por ello, debes darle importancia a lo que realmente la merece y tomar las riendas del uso adecuado de tus horas. No las desperdicies en asuntos de poco peso. Planifícate, sé constante y encuentra armonía en cómo manejas tu tiempo. Sin duda, te sentirás más pleno si ves cada día como un obsequio que Dios te brinda para vivir y gozar.

Usa sabiamente tu tiempo hoy:

• Habla con Dios y pídele su guía para organizar mejor tus horas.

• Elabora un listado de lo esencial y esfuérzate por dedicar momentos a lo que importa, como estar a solas con Dios, compartir con tu familia, participar en la iglesia, cumplir con el trabajo, los estudios, etc.

• Reserva un espacio diario para conectar con Dios mediante la oración y la lectura de la Biblia. ¡No dejes pasar esa oportunidad!

• Dedícate con empeño a aprovechar al máximo el tiempo asignado a cada aspecto de tu vida cada día.

• Cumple con las responsabilidades y fechas límite en el trabajo, los estudios, la iglesia, la familia, etc.

• No descuides los momentos valiosos junto a tu pareja, tus hijos, amigos y hermanos en la fe.

• Sé prudente con las horas que inviertes de más en redes sociales, internet, televisión u otras tecnologías.

• Busca en la Biblia las áreas de tu vida que necesitan más atención o cómo gestionar mejor tus momentos.

Reflexionemos en oración:

Padre, tú reinas sobre el tiempo. Conoces mi historia, guías mi presente y el porvenir te pertenece. Perdóname si he malgastado mis horas en cosas sin importancia. Te ruego que me ayudes a actuar con excelencia en el instante apropiado. Que siempre aproveche las oportunidades para honrarte con mi vida, amando y sirviendo con el tiempo que me das. Gracias por regalarme este día. En el nombre de Jesús, amén.

por: Ministerio Vida