Señor, ¿Acaso no te preocupa que perezcamos?

Supongamos que esta historia se hubiera transmitido de otra manera:

"Se desató una enorme tormenta, etc., pero los discípulos, confiando en que su Maestro no los abandonaría, lo contemplaron hasta que él abrió los ojos. Y al levantarse Jesús, dijo: qué grande es la fe que tienen, y los rescató". (Ilustrador bíblico)

¡Imagínate cuánta alegría habría llenado los corazones de los discípulos al recordar esto en los años venideros!

No obstante, esta narración también nos enseña cómo podemos responder ante Dios en los momentos duros de la existencia. A veces tratamos de manejar las embarcaciones de nuestra vida como navegantes expertos. En otras ocasiones, al igual que los discípulos, imploramos a Jesús con angustia. Pero lo que él desea de nosotros es una fe auténtica. Dios anhela que confiemos en que, si está a nuestro lado, todo estará bien, sin importar los riesgos.

¿Está Jesús en tu embarcación?

Los discípulos se llenaron de pánico ante aquella feroz tormenta, dudando de que a Jesús le importaran. ¿Cómo actúas tú frente a los desafíos?

Habla con Dios, pon en sus manos todas tus inquietudes, todo lo que te agobia y te roba la paz.

Ten presente que la aparente despreocupación del Señor es solo una ilusión. ¡Él sí se interesa por ti!

Dios nos ama con un amor inmenso. Verdaderamente vela por sus hijos, incluso cuando parece estar lejos o en silencio.

Si Jesús está en tu vida, no dudes jamás de su compañía, su fuerza y su dominio.

Oremos Juntos:

Gracias, Padre, por tu maravillosa presencia en mi camino. Ayúdame a depositar mi confianza en ti, aun cuando me enfrente a peligros y tribulaciones. Sé que tú tienes el mando de todo, que reinas sobre la tierra, los cielos y todo lo que en ellos habita. Tranquiliza mi alma para no caer en la desesperación ante las pruebas de la vida. ¡Señor Jesús, deseo confiar en ti con toda mi alma, hoy y por siempre! Amén.

por: Ministerio Vida

"De pronto, se desencadenó una intensa tempestad y las olas golpeaban con furia la embarcación, que ya empezaba a llenarse de agua. Mientras tanto, Jesús reposaba en la parte trasera, descansando sobre una almohada, por lo que los discípulos lo sacudieron para despertarlo. — ¡Maestro! — exclamaron —, ¿no te importa que nos hundamos?"                                                                                                                                                  Marcos 4:37-38