La sanidad milagrosa de una bebé al sufrir una lesión cerebral llevó a sus padres a entregarse a Cristo

Según relataron los padres, la frecuencia cardíaca de Riley cayó drásticamente durante el parto. Al nacer, estaba pálida y no lloró. “La pusieron en mi pecho y la retiraron de inmediato. Ella estaba pálida, sin chillar”, contó Emily.

Bruce agregó: “Sabíamos que era grave, ni siquiera pudimos cortar el cordón”.

Riley fue transferida de inmediato a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales con diagnóstico de EHI grado 2 (moderado). Los médicos advirtieron sobre el riesgo de parálisis cerebral, autismo o déficit cognitivo.

“Dijeron que sus ojos no respondían a la luz. Oré: ‘Dios, protege su mente’”, recordó Emily.

La niña fue sometida a hipotermia terapéutica, un tratamiento que reduce la temperatura corporal a 33,5°C durante 72 horas para evitar daños mayores en el cerebro. Mientras tanto, Emily comenzó a ver un programa cristiano en la televisión que la animó a orar con fe por su hija.

La familia se unió en oración y buscó apoyo de intercesores. Emily cuenta que, en un servicio de Pascua, decidió entregarle su vida a Jesús y ese mismo día vio una señal: “Riley comenzó a hacer contacto visual conmigo”. Ese momento marcó un antes y un después en su fe.

La recuperación de Riley sorprendió a los médicos. Logró alcanzar hitos de desarrollo mucho más rápido de lo esperado y fue dada de alta tras dos meses, sin secuelas neurológicas detectadas. “Ella superó los pronósticos y no presenta ninguna discapacidad”, explicó Emily.

Estudios médicos señalan que el 25% de los niños con EHI moderada termina con incapacidades severas. No fue el caso de Riley, lo que sus padres interpretan como una intervención divina. Bruce, antes escéptico, asegura hoy: “Creo en el plan de Dios”.

Emily testifica: “La Palabra de Dios es verdad. Él sanó a mi hija”. Actualmente, la familia participa activamente en la Iglesia Vineyard Cincinnati y Riley disfruta de las actividades infantiles en la congregación.

La EHI afecta a 1,5 de cada 1.000 recién nacidos en Estados Unidos. El protocolo de enfriamiento, aplicado desde 2010, ha mejorado las tasas de supervivencia, pero los especialistas advierten que pueden existir secuelas tardías hasta los 5 años de edad.

Este testimonio resalta el poder de la oración y la soberanía de Dios incluso en situaciones médicamente adversas. La fe, unida a la ciencia, puede abrir caminos de esperanza y restauración.

El caso de Riley y sus padres inspira a confiar en el amor y la gracia de Jesús, recordando que para Dios no hay imposibles y que, aún en medio del sufrimiento, Su mano puede traer milagros y transformar corazones.

por: Ministerio Vida