El Corazón de la Iglesia Primitiva

Este amor, que los llevó a compartir todo y a predicar sin miedo, es el mismo que Jesús desea ver en nosotros hoy. ¿Qué podemos aprender de ellos para avivar nuestra fe?

REFLEXIONES

Lcdo. Juan Carlos Moros

6/2/20253 min read

Imagina un mundo donde un pequeño grupo de personas cambia la historia con su amor y fe inquebrantable.

Así era la iglesia primitiva, nacida en los días de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo llenó a los discípulos de Jesús. En el libro de Hechos, vemos a estos primeros cristianos viviendo con una pasión que desafiaba persecuciones y transformaba corazones.

Eran una comunidad unida, generosa y valiente, impulsada por el amor de Cristo. Este amor, que los llevó a compartir todo y a predicar sin miedo, es el mismo que Jesús desea ver en nosotros hoy.

¿Qué podemos aprender de ellos para avivar nuestra fe?

La iglesia primitiva, descrita en Hechos 2:42-47, era un reflejo del corazón de Jesús. “Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración”, dice la Escritura.

Los creyentes se reunían diariamente en el templo y en sus casas, compartiendo comidas y alabando a Dios. Su amor era práctico: vendían propiedades para ayudar a los necesitados, asegurándose de que nadie pasara hambre o frío.

Este espíritu de generosidad no era solo caridad, sino una muestra del amor de Cristo, quien dio su vida por su iglesia Efesios 5:25.

Este amor también los hacía valientes. En Hechos 4, Pedro y Juan enfrentaron a las autoridades religiosas que los amenazaban por predicar a Jesús.

A pesar de ser pescadores sin educación formal, hablaron con autoridad, porque el Espíritu Santo los guiaba.

Cuando les prohibieron predicar, respondieron: “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” Hechos 4:20. Su fe no se doblegó ante el miedo, porque sabían que Cristo estaba con ellos. Este coraje atrajo a muchos: miles se convirtieron al ver su testimonio.

Por ejemplo, ayudar a un vecino en necesidad o dedicar tiempo a orar con un amigo son formas de reflejar ese amor. La iglesia primitiva nos enseña que seguir a Cristo no es solo asistir a un culto, sino vivir para Él en cada momento, confiando en su presencia y poder.

El corazón de la iglesia primitiva latía con el amor de Cristo. Su unidad, generosidad y valentía son un modelo para nosotros hoy.

Pregúntate: ¿mi vida refleja la pasión de aquellos primeros creyentes? Jesús, como un esposo amoroso, nos invita a renovar nuestro compromiso con Él.

Que nuestro amor por Él sea tan vivo como el de aquellos primeros cristianos, porque su amor por nosotros nunca se apaga. Vive con la misma fe audaz, sabiendo que Cristo está contigo, guiándote en cada paso.

Cita bíblica: “Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración” Hechos 2:42.

por: Juan Carlos Moros

La iglesia primitiva no estaba exenta de problemas. En Hechos 6, surgieron quejas sobre la distribución de alimentos, pero los apóstoles resolvieron el conflicto con sabiduría, nombrando diáconos para servir.

Este enfoque mostró que el amor de Cristo no solo une, sino que también resuelve diferencias con humildad. Además, su vida de oración era constante. Cuando Pedro fue encarcelado, la iglesia oró sin cesar, y Dios lo liberó milagrosamente Hechos 12:5.

Hoy, la iglesia primitiva nos desafía a vivir con el mismo fervor. En un mundo donde el egoísmo y la indiferencia abundan, Jesús nos llama a ser generosos, a compartir lo que tenemos y a llevar su amor a los demás.